domingo, 23 de diciembre de 2012

FELIZ NAVIDAD

Porque todos hemos crecido con música navideña en estas fechas, quiero enseñaros los villancicos que más me animan, los que implican más recuerdos y más veces he cantado en esta vida. Porque como ya he dicho en otras ocasiones, la música acompaña los momentos de la vida, y la navidad también debe tener banda sonora.

Obviamente esta canción es una versión, pero qué pedazo de versión, señores. Me pone de buen humor y me recuerda lo entrañables que son estos días. Os presento la canción llamada "meli kilikimaka"



Esta es la canción que más he cantado con mis hermanas cuando éramos pequeñas, alguna vez con atrezzo y todo. Demos la bienvenida a Sinatra y su auténtica voz en "Santa Claus is coming to town"



Y por último, pero no por ello menos importante, un villancico en castellano, de los que hemos cantado en el colegio disfrazados de pastorcito y los que te pedían los abuelos que representaras en la cena de nochebuena. Los villancicos de toda la vida, vaya. "los peces en el río"



Feliz navidad. 

viernes, 21 de diciembre de 2012

me lo creo todo


Me lo creo todo.

Pero cuando digo todo, es todo. Veo un documental sobre la existencia de sirenas, y lo comento con una amiga intentando convencerla de la realidad de los datos, he esperado el fin del mundo y he visto adivinos por la tele (a horas intempestivas) a los que he querido llamar porque, “igual sí que son adivinos y lo que pasa es que nadie en la humanidad menos yo ve la realidad”.

Se puede considerar que soy muy impresionable, muy inocente o incluso que soy muy niña, pero ninguna de esas palabras me representa.

Yo soy soñadora.. Me gusta interpretar lo irreal,me ilusiono con facilidad, trato de imaginarme lo que podría ser, impresionarme con aquello que, en el fondo, sé que es imposible.  Según mi mejor amiga “de no ser porque te rodeas de gente cuerda, ya estarías en una secta. Eres carne de cañón"

Estoy convencida de que tiene razón.

Pero si: me creo la primera visita a la luna, creo que te puede pasar algo si te tragas el chicle, creo en las sirenas, creo que Walt Disney está congelado para resucitarlo, creo que la vacuna del sida se descubrió y hay un complot para que no se sepa,  no descarto los castigos que me envía el karma, creo que las impresoras tienen un mini-cerebro lleno de maldad que intercepta lo que queremos y hace lo contrario, me creo todas las historias de “bandas y mafias”, me creo que los chinos cocinan de todo menos pollo y ternera y creo, firmemente, que las peluqueras son tertulianas de Telecinco que hacen horas extra fuera de plató.

Así soy, más feliz que una carraca y más impresionable que mi abuela viendo Avatar en 3D.

Bravo yo. 

sábado, 15 de diciembre de 2012

Hablemos de libros


Hablemos de libros.

De aquellos que te gustan sin estar de moda, sin ser trilogías y sin que se lleven al cine. Donde te imaginas a los personajes como te da la santa gana y hablas con ellos en primera persona y les aconsejas y regañas por su comportamiento. Los libros que te transportan allá donde vive el protagonista, donde empatizas con sus miedos, su sufrimiento, sus amoríos y sus momentos incómodos, los que te hacen expresar en público tu indignación y con los que se te escapa la carcajada en pleno Metro.

No soy quién para recomendar libros, porque supongo que no he leído tanto como para considerar lo que es bueno, malo o regular, pero de lo que sí que puedo fardar es de tener una fabulosa biblioteca en casa de mis padres y un magnífico lector y crítico literario (porque sí, mi padre es uno de los tres españoles que verdaderamente se ha leído el Quijote y que encima le ha gustado), que siempre me ha prestado libros con la firme convicción de que me iban a gustar.

Pocas veces ha fallado.

Los personajes de Noah Gordon, los mundos de Daniel Wallace (que no es por nada, pero El rey de la sandía no tiene nada que envidiar al famoso Big Fish), la manera de enganchar de Torcuato Luca de Tena y la belleza literaria de Hemingway. Todo ello conocido y disfrutado gracias a tener adultos en el entorno enamorados de la lectura.

Me atrevo pues, a recomendar un libro a aquellos que quieran experimentar con lo que, desgraciadamente, no es un libro valorado tal y como se merece.

Mientras tuvimos alas, de Juan Cobos Wilkins.



como he dicho antes, no soy quién para recomendar libros, pero si algo me gusta, lo mejor que puedo hacer es procurar que los demás lo conozcan y tengan la posibilidad de disfrutarlo.

Feliz casi comienzo de navidad. 

martes, 4 de diciembre de 2012

el pasado musical


¿Donde quedan los días adolescentes en los que te recreabas de tu “nadie me entiende” poniendo a todo volumen canciones de Maná? Es ese pasado oscuro que todos hemos tenido, esa música que en público jamás admitirás haber escuchado (disculpas de antemano a los que disfruten con el grupo anteriormente nombrado, no por haberlo nombrado, sino por que os guste, os doy mi más sincero pésame).

Volviendo al origen, esos grupos que nos da vergüenza admitir que nos han gustado, que escuchábamos cuando estábamos en nuestra habitación o que llevábamos en el discman y posteriormente en una carpeta oculta en el i-pod. Yo, personalmente, le ponía otro nombre al grupo por si alguien cogía mi reproductor, no supieran mis incómodas e íntimas  inclinaciones musicales. Pues bien, de unos años a ahora mi estilo musical se ha ido asentando, escucho el mismo tipo de música, aquella que cuando lo necesito me activa y cuando quiero me relaja. Música generalmente inglesa y de grupos que comienzan por “the”.

He aquí que, cuando estaba escuchando música tranquilamente y decidí poner la opción aleatorio, surgió de la nada la canción

Y  ¡qué canción!

Me quité los cascos para ver si el volumen era alto y los demás podían oírlo, miré a ambos lados por si había algún conocido… y me dispuse a disfrutar de una canción digna de suicidio colectivo. Me puse a pensar en mi pasado, en lo que hacía los días en  que escuchaba esa música, los amigos del pasado, las historias, los viajes, los romances, las fracturas y esguinces acaecidos por hacer el subnormal más de lo estrictamente necesario.

Cuando me quise dar cuenta estaba sonriendo. Estoy orgullosa de ver lo geniales que son mis recuerdos y de que no me arrepiento de nada de mi pasado.

 Bueno, algún beso de menos si que podía haber dado.

Solo espero dentro de diez años leer esto y que me pase lo mismo, hacer recuento y balance de experiencias y sentirme plena.

Os dejo una joya de lo que no me da apuro escuchar en público,
If possible, enjoy it as much as I do.