He dormido más horas que un oso hibernando y me creía por
ello capaz de soportar cualquier cosa que se me pudiera por delante.
Casi cualquier cosa.
Cojo el mando de la tele
y a la vez que enciendo el televisor apago mi cerebro, porque son dos
elementos incompatibles y eso es un hecho. Cambio, cambio, cambio, Los Serrano
otra vez, cambio, cambio, cambio, paro. Cojo la manta, me cubro entera, miro el
reloj y son las 11 de la mañana, muy pronto para ponerme una copa que acompañe
lo que he decidido dejar puesto.
De Buena Ley. PRO-GRA-MÓN.
Casos falsos que se llevan a juicio con un juez falso, donde
el populacho da su opinión (que suele limitarse a insultar a partes iguales a
demandante y demandado) sobre el hecho en cuestión y que, tras un rato de echar
la culpa al otro, al estado, al rock and roll,
y a sus madres que las visten como “eso”, vuelve la juez falsa dictando
sentencia y surge nuevamente el amor entre todos y todos acatan lo que se dice.
Atónita me hallo. Este programa me tiene loca de amor, es el
sueño de cualquier español, salir en la televisión dando su opinión sobre temas
de los que no tiene ni la más remota idea y pudiendo insultar. Un todo en uno.
Raro es que ninguno haya pedido el micrófono para saludar a
sus familiares.
Mientras veo este programa y me meto con todos los que
participan en él, me doy cuenta de yo soy uno de ellos, porque yo estoy viendo este
programa, yo estoy opinando, yo me estoy transformando en una de esas señoras
de setenta años que van con un abanico que hace mejor trabajo sonando que
quitando el calor y que aplauden cada dos frases para enfatizar su apoyo al
demandado.
¿Debería ponerme a coser?, ¿Debería ya empezar a llamar a
mis amigos por todos los nombres que se me ocurran antes del suyo?, ¿Debería
llamar a Sandro Rey por las noches para preguntarle mi buenaventura?
Cambio de canal, aún es demasiado pronto para convertirme en
una señora.
Decido buscar un canal donde no sea falso todo lo que se
dice, donde no me de vergüenza ajena todo el reparto del programa, donde no
pongan anuncios cada tres minutos de emisión.
Disney Channel.
Toma ya, da gusto madurar.