domingo, 26 de mayo de 2013

Mis sitios de Madrid

Me preguntaron hace pocos días que a qué tribu o grupo social pertenezco.

Creo que es lo más horrible que me han preguntado nunca. Como si fuera catalogable.

Aunque con pocas ganas, me puse a pensar cómo responder a dicha pregunta evitando el sarcasmo, y llegué a la conclusión de que no se siquiera si pertenezco a algún grupo. Me voy quedando con cosas de unos y de otros, me gusta mezclar lo bueno de cada uno (no necesariamente de todos, Dios me libre de acercarme a los canis).

Os lo voy a demostrar presentándoos mis sitios favoritos para ir de juerga por la capital. Son distintos en música, ambiente, gente, zona… y todos me vuelven loca. Lo único que tienen en común es que los frecuento por la noche.

La sala el Sol: Situado en plena calle montera, discoteca que cuando vas por primera vez crees que has descubierto una novedad, y al contarlo te das de bruces con que “a ese sitio he ido yo de joven” (un adulto de la familia, lo cual te hace plantearte a qué lugares iban tus familiares cuando eran jóvenes. No son tan formales como te hacen creer). Tanto la entrada con la escalera en forma de caracol, como estar en una discoteca con luz, como la música, el ambiente de gente que aparentemente no ha estado cincuenta y seis minutos pensándose un look que parece desaliñado… todo el conjunto te descoloca y te incita a hacer el idiota más de lo normal. Pierdes la vergüenza, te das al copazo y a bailar como si estuvieras en Woodstock.

Este sitio, al que voy con mis compañeras de la universidad (con las que he vivido momentos tan bochornosos como que nos echen de una discoteca, o tener que irnos corriendo de otra porque nos pillaron pagando con monedas de chocolate una copa debido a una apuesta) puedes adorarlo u odiarlo, no hay punto medio.


La Malquerida: Frente al templo de Debod. No es una discoteca, pero es un lugar perfecto para celebraciones, reencuentros, festejar que tienes trabajo, o que has cortado con tu novio, o quedar sin más con tus amigos. Es una digna cantina, donde puedes comer y beber como si no hubiera mañana y está dotado con los mejores daiquiris del país y parte del universo.

 Buen ambiente, los camareros son encantadores (mordí a uno en el brazo y siguen saludándome y atendiéndome, tienen que ser buena gente por narices), la música es actual y todos nos las sabemos y te sientes como en casa.


69 Pétalos: En la calle Alberto Alcocer. Es un lugar extraño. Extraño del horror y del averno. Pero es maravilloso. No hay edad media (como te descuides te encuentras a amigos de la mili de tu abuelo dándolo todo en la pista), no hay límite de desinhibición, no hay lógica, tu entras y esperas a ver qué se cuece esa noche en el lugar. Bailarines embutidos y carentes de vergüenza, personas caracterizando personajes (Ray Charles, Gandalf, Mario Bross, La Gallina Caponata… no tiene lógica en el exterior, pero ahí sí la tiene). Y cuando crees que nada puede impresionarte… sale el gato volador cruzando el techo de la discoteca mientras el Dj va narrando su recorrido.

No tiene desperdicio, no puedes no haber ido por lo menos una vez. Muchos amigos desearían haber ido solo una vez y haber evitado las demás. Otros muchos piden ir cada fin de semana en bucle desde el día que lo descubrieron. Hay que ir, esperando no esperarte nada.


Marvel : en la Plaza de la República Argentina. En la conocida cuesta de las discotecas. Musicón. Mucho niño bien y formal de los que te dice tu madre que busques y mucha niña mona (según mis amigos buenorras, pero espero que no las conozcan sin tacones y despintadas).

Apetecible y cómodo. Puedes ir tanto con un plan tranquilo de cervezas y a casa, como a salir y pre-quemar la noche (cierran antes de las cuatro). La estética del sitio es muy original y siempre ves caras conocidas (seguramente porque siempre vamos los mismos).

De entre todos los sitios que he nombrado, seguramente sea el sitio que más he ido los últimos meses. Seguramente porque en taxi desde mi casa es realmente poco dinero. economía pura y dura.





Y esto es todo por hoy. “La ruta del bacalao” de una servidora. No os cortéis en probarlos todos porque esto es como la comida: no puedes decir que no te gusta hasta que no lo pruebes al menos un poco.