jueves, 30 de agosto de 2012

maldito cinturón


Han pasado ya siete años, pero sigo recordando esta anécdota con tanto cariño que no dudo en compartirla con vosotros.

Siete años ya, época de los primeros novietes, ese novio que te parece que es un caballero por pagarte el helado del McDonalds; ese novio del que querías recibir un mensaje de texto cada seis minutos; ese novio que cuando te dejó creíste que el mundo se hundía y nunca nunca jamás de los jamases encontrarías a alguien como él.

Ese chico.

Yo tenía una amiga (y la sigo teniendo. De hecho, cada vez que estamos juntas alguna saca a relucir esta historia y nos reímos hasta que una de las dos golpea la mesa como señal de falta de aire) que empezó a salir con un chico del que estaba “perdidamente enamorada, es que es perfecto” (qué vueltas da la vida, y menos mal). Dio la casualidad que yo empecé a salir con mi también “futuro marido y padre de mis hijos” un mes después.

Cuando quedábamos las dos no parábamos de hablar de lo maravillosos que eran y las “proezas” que hacían para hacernos felices. Vaya, que nos regalaban una piruleta y eso ya era nuestro tema por lo menos dos días.

Se acercaba el cumpleaños del pájaro que mi amiga tenía como novio y ella le compró, entre otras cosas, un cinturón bonito a rabiar. Le he llamado pájaro porque cortó con ella dos semanas más tarde de que ella comprara los regalos, una semana antes de su cumpleaños. Yo, en un adolescente intento de animarla, le compré el cinturón para regalárselo a mi noviete. Ella me lo dio, y poco a poco fue pasando del tema y recuperándose de su primer golpe amoroso.

Lo que no nos esperábamos era que mi pájaro me dejaría a mí también. Exactamente dos semanas después de comprarle el cinturón a mi amiga. Anonadas y “destrozadas y con el corazón roto en mil pedazos mientras escuchábamos Maná para hundirnos con sus letras de desesperación”, nos tomábamos a broma la situación y decíamos que ese cinturón había marcado en dos semanas el fin de nuestros amores.

Me guardé el cinturón para alguna otra ocasión de regalo, la cual se presentó a los tres meses. Para una amiga de ambas que tenía que hacer un regalo a su novio. Adivinad quién se quedó sin pareja dos semanas más tarde.

No se lo contamos, no fuera a devolvernos ese cinturón maldito.

Como he dicho al principio, qué vueltas da la vida y cómo aprendemos a comportarnos con entereza, según pasan los años, ante situaciones que al ocurrirnos por primera vez nos parecen el mundo al completo. El verdadero crecimiento personal parte de estas pequeñas cosas, de aprender del sufrimiento y de atrapar la felicidad. 

Aunque yo os advierto, cuidado si alguien os ofrece un cinturón azul marino, con hebilla plateada y una franja naranja, lleva siete años destrozando amores en quince días.





jueves, 23 de agosto de 2012

LOS SENTIDOS

Nosotros, que parecemos tan similares pero a su vez somos tan distintos.

A mí me gusta referirme a las personas como cúmulos de emociones que están a la espera de ser liberadas y de mostrarse sin atadura alguna, que se agolpan para salir unas antes que otras, que incluso alguna vez se cuelan y se muestra alguna de ellas antes de la emoción que esperamos mostrar y nos impresionamos de nosotros mismos. Pero incluso para mostrarlas somos distintos, usamos diferentes medios, distintos sentidos.

Inconscientemente todos vamos en busca de aquello que nos produce felicidad y nos transmite armonía.

Os invito a escuchar esta canción mientras seguís leyendo.


Como os decía, todos intentamos buscar aquello que nos hace felices, y para ello nos apoyamos en nuestros sentidos. Usamos todos, claro está, pero siempre abusamos de uno de ellos, de aquel que encuentra más fácilmente lo que nosotros buscamos. Los hay que eligen la vista, buscan con los ojos cosas, momentos, incluso otros ojos que les hagan sentir aquello que están buscando; aquellos que eligen el gusto prueban y saborean vivencias a través de lo que muestra sabores y presenta novedades para el paladar; los que utilizan el olfato quieren llegar a experimentarlo todo, me gustaría saber a qué dicen que huele el espíritu de las personas; los que eligen el tacto, controlan las experiencias a través de sus falanges e intentan transmitirlas del mismo modo: caricias, besos.

He dejado para el final el sentido que yo utilizo, o mas bien exprimo, para expresar todo lo que siento, el oído. Todo tiene melodía, todo tiene música, cada persona, cada momento de la vida, todo ello viene acompañado de una secuenciación de notas musicales que le hacen ser de una manera. Movimientos que me hacen sentir tristeza, miradas que me hacen emocionarme, personas que con un simple saludo me transmiten calma o personas que viéndolas caminar me aceleran el ritmo y me ponen de mal humor. Esto es así, soy una persona que ha encontrado en la música su medio de escape y de expresión.

He tenido la suerte de criarme en un entorno donde la música siempre estaba presente, puede que por ello el chocolate me sepa justo en el momento en el que lo oigo romperse al morderlo, o que la lluvia de verano me relaje cuando la escucho, aunque siga con los ojos cerrados y metida en la cama. La música como medio para hacerme entender y de darme a conocer a la gente que se me presenta por el camino.

Muchos posts que seguirán a este tendrán música, muchas personas de las que hable irán marcadas en mi mente por una cancioncilla y muchos momentos que he vivido siempre los recordaré con una melodía de fondo, tal vez agradable, tal vez no, pero una melodía al fin y al cabo.

¿Y vosotros? ¿sabéis qué sentido os hace vibrar?


miércoles, 22 de agosto de 2012

Bienvenidos

No es fácil decidir que lo que escribes quieres que los demás lo lean, a decir verdad creo que es una de las decisiones que más me ha costado tomar.

 Ya hace tiempo que  llevo conmigo un cuadernito pequeño, negro, de tapas duras que, a simple vista, puede parecer insignificante pero que para mí encierra el cúmulo de las experiencias vividas y lo que las mismas me producían. no es ni mucho menos un diario, ni un conjunto de hojas de papel donde plasmo mis inquietudes, miedos o alegrías. En ese cuaderno intentaba explicar con palabras las emociones que he experimentado, las sensaciones que he tenido.

Parece fácil, pero ¿cómo explicas con palabras lo que sientes al escuchar una canción concreta?, ¿cómo describirías la sensación de caminar descalzo sobre el césped aun bañado en el rocío de la mañana? ¿sabrías reducir a palabras el sentimiento de desilusión por alguien?. Eso es lo que yo intento (y poco a poco intento pulir y perfeccionar) en mi cuaderno.

Pero me di cuenta de algo, si para mí las sensaciones y emociones son lo que conforman al ser humano, ¿por qué no compartirlo con los demás?. Quiero haceros partícipes de mis pesquisas y mis divagaciones, intentar haceros disfrutar leyendo y observando cómo una persona a la que no conocéis escribe para sí misma y para muchos desconocidos que, sin duda, son un explosión de emociones, muchas de ellas sin experimentar.




Bienvenidos, y gracias.