viernes, 21 de septiembre de 2012

Libertad de expresión


Estamos constantemente hablando de la libertad de expresión, de lo libres que somos por poder hablar sin censura y de los milagros del siglo en el que vivimos que no tiene ataduras de ningún tipo. ¿De verdad alguien ha llegado a interiorizar esto hasta el punto de creérselo?

No hay ni un solo tema del que hables que no consiga que alguien te etiquete: si no apoyas a los del  15M eres un facha, si dices que el dinero es necesario para vivir eres un capitalista, si opinas sobre la inmigración ilegal eres un xenófobo, si no defiendes a las mujeres y sus derechos a capa y espada eres un machista. No, señores, nadie es nada de eso por dar su opinión, nadie es un rojo por defender la igualdad en el trabajo ni se es más feminista por decir en alto que te repartes las tareas en casa.

Cada vez que damos una opinión en alto que no es lo que se quiere oír nos convertimos en agitadores sociales, parece que cada vez que abrimos la boca estamos dando un mitin frente a nuestros futuros votantes y que por ello debemos decir lo que les contenta para asegurarnos el mandato. ¿Esto es la libertad de expresión?  Lo único que hemos conseguido es poder hablar de cualquier tema, pero no con cualquier persona.

No me da la gana.

Quiero ser capaz de hablar de un tema y enriquecerme con lo que diga la persona con la que estoy hablando porque, al contrario de lo que muchos piensan, cuando discutes no es para imponer tu idea, sino para intentar aunar las opiniones juntando los puntos buenos de ambas. Yo cuando hablo de política (partiendo de la base de que no apoyo a ningún partido político de los que tenemos en este país hoy por hoy), no quiero que todos acaben opinando lo mismo, si no que me expliquen por qué ellos si lo apoyan, por qué creen que es lo correcto, por qué habría yo de pensar así.

Cuantas más opiniones distintas tengas, más formado estás y cuanto más formado estás, más puedes defender tu opinión. No es más inteligente el que más sabe de lo suyo si no aquel que conoce lo de los demás y con ello es capaz de crear su sabiduría.

La libertad de expresión podría basarse en la tolerancia, y ser tolerante no es sólo aceptar lo nuevo, si no que lo nuevo acepte tu opinión. No se puede gustar a todo el mundo y eso deberíamos saberlo todos. Y no es cuestión de abrir la mente y dejar los prejuicios de lado, es cuestión de respetar, y el respeto va en ambas direcciones, sea el tema que sea. Si un gay quiere respeto tiene que respetar a la gente que no le apoya, son sólo opiniones, y gracias a la libertad de expresión puede dialogar e intentar convencer a la persona con la que esté hablando del porqué es así y por qué es feliz con ello.

Porque, al fin y al cabo, las opiniones que tenemos respecto a nuestro mundo son aquellas que nos llevan a lo que cada uno entiende por felicidad.

Cuando de verdad entendamos, yo la primera, lo que es la libertad de expresión,  estoy convencida de que todo avanzaría.

“what lies behind us and what lies before us are tiny matters compared to what lies within us”
R.W.Emerson

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